El hombre paciente, que sin hacer nada ha llegado a la Moncloa, se encuentra presionado como jamás habría podido imaginar.
La señora Merkel, defensora acérrima de los intereses de los bancos alemanes, antes de felicitarle ya empezó a exigirle
austeridad y reformas.
Las agencias de calificación que no quisieron
quedarse atrás y también piden reformas inmediatas.
Acto seguido la patronal, que jamás ve saciada su avidez, no dudó en presentar sus
deseos al futuro presidente.
La Unión Europea, presa de la desazón y los
acontecimientos, le transmitió sus inquietudes acerca del paro y la
conveniencia de efectuar una nueva reforma laboral.
Y cuando el señor Rajoy pensaba que
nadie más le iba a llegar con más imposiciones apareció Aznar....¡Reformas, reformas, reformas!
Como si no tuviera bastante con sus barones y baronesas, ese grupo de sensibles gestores armados con brutales tijeras, que tienen que llegar todas las instituciones y personalidades de corte neoliberal para marcarle el camino que ya tiene aprendido desde hace años. ¿Tan poco confían en el que tienen que seguirle tan de cerca?
Reformar el mercado laboral y la negociación colectiva con el fin de reducir aun más los salarios y los derechos de los trabajadores, ese es el clamor del coro neoliberal.
Reforma fiscal con el objetivo de reducir los impuestos a los empresarios y trasladarlos a los trabajadores, aumento del IVA y los impuestos indirectos de carburantes, tabaco y alcohol mientras se reducen las cargas a las empresas, a las finanzas y al patrimonio. ¡Que paguen más lo que menos tienen!
Reducción de la inversión pública en servicios básicos con el objeto de deteriorarlos hasta el extremo de que los usuarios tengan que dirigirse a la oferta privada para cubrir sus necesidades. ¡Expolio de lo público para favorecer lo privado!
Disfruten lo votado.
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