Érase
que se era un país de ensueño y fantasía, donde todo era como el
President quería, aquello que el pensaba al momento sucedía, su poder
era inmenso, tanto como el pueblo permitía, alienado como estaba entre
oropel y tontería.
Un
día pensó el president que unos juegos merecía, ¿Olímpicos?, no, los
europeos que Urdangarín traía, ¡Que bonitos! ¡que baratos! ¡que cercanos
a la monarquía!, proclamaba el President que al COI escuchar no quería.
Seis
millones nada más te costará esta osadía, seis millones no son nada
para esta Valencia mía, hágase mi voluntad en realidad o fantasía.
Disculpad por el truño pero me ha venido así.
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