Viendo la clara tendencia clerical de gran parte del nuevo gobierno, resulta evidente que la jerarquía católica va a intentar obtener un protagonismo que sus trasnoschados planteamientos no le permiten disfrutar.
Pretender que en nuestro estado aconfesional las acciones de gobierno sirvan para paliar un presunto sentimiento hostil en contra de una institución particular resulta, cuanto menos, chirriante. Tras las palabras de Rouco aparece una velada exigencia (anticonstitucional) de inmersión católica de la sociedad y de sus instituciones.
Flaco favor le haría este gobierno al derecho a la libertad religiosa, al que Rouco apela, y a la aconfesionalidad del estado, si atiende las peticiones de este colectivo.
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