Cuando hace menos de veinticuatro horas que miles de personas llenaban las calles de las principales ciudades del país exigiendo el mantenimiento de los servicios públicos gratuitos y de calidad, llega la señora condesa y se descuelga con las siguientes declaraciones:
Semejante exabrupto sale de su bocaza tras mantener una enriquecedora entrevista con el monarca, ese paladín de nuestra juventud, tanto o más que su querido hijo, obsesionado por su formación, educación y desarrollo.
Parece ser que en esos 45 minutos de noble charla no ha surgido el tema de la educación y que lo que ha primado ha sido el análisis de la actual coyuntura económica, coincidiendo con el monarca en que hay que cambiar los modelos económicos para reducir los gastos. Estupendo, ¿va a renunciar el rey a la mitad de su asignación económica?, mucho me temo que no solo no va renunciar a ninguna cantidad sino que tampoco vamos a ver a la casa real tributando por el impuesto de patrimonio.
Volviendo a la condesa y la Comunidad de Madrid, ¿desde cuando lleva gobernando el PP en dicha comunidad? ¿Quién ha conducido a esta comunidad a su actual situación económica? ¿Por qué no pagan los responsables de esta situación por ello? ¿Por qué han de ser los ciudadanos los paganos de la irresponsabilidad, inoperancia e inutilidad de sus dirigentes?
Durante años la vocación de Esperanza ha sido desviar fondos públicos hacia entidades privadas, partiendo del falaz argumento de que la gestión privada es mejor que la pública ha ido transfiriendo recursos hacia empresas dedicadas a la educación y la sanidad. Sin ir más lejos hace un año se gesto una transferencia de 90 millones a la educación privada, cuando para este curso se han recortado 80 millones del presupuesto para la educación pública.
Cuando todas la voces claman, ante lo mediocre de los resultados académicos, por seguir invirtiendo para obtener una mejor formación de nuestra juventud, cuando el paro juvenil supera ampliamente la escandalosa cifra del 40%, a la señora condesa, después de haber regalado tranquilamente 90 millones de euros a empresas privadas, se le ocurre replantearse los niveles de gratuidad y obligatoriedad de la educación.
Está es la sensibilidad social del PP, repartir recursos públicos entre entidades privadas afines mientras quedan y recortar en los servicios públicos cuando se agotan los caudales.
No nos dejemos engañar, tan deplorable es la gestión del PP allí donde gobierna como la del PSOE. Seamos consecuentes, votemos diferente.
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