Si has participado en algún acto reivindicativo últimamente, seguro que sin desearlo te surge el final de esta frase, "PSOE y PP la misma...es", aunque quizá , por la actitud servil de algunos sindicatos sea conveniente ampliar esta cantinela y transformarla en "PSOE y PP, Comisiones y UGT, la misma...es".
El martes pasado, 6 de septiembre, los sindicatos y las diferentes organizaciones sociales que conforman el movimiento 15M, convocaron distintos actos a lo largo y ancho del estado. La proximidad me llevó a participar, igual que la semana anterior, en la concentración frente a la delegación del gobierno en Valencia.
El precedente no resultaba especialmente alentador, la concentración del día 31 careció de la energía y la presencia de las convocatorias anteriores, algo completamente ilógico si tenemos en cuenta que los argumentos de hace unos meses eran menos y de menor calado que los que nos han proporcionado la reforma constitucional o la "re-reforma" laboral.
El cabreo de la ciudadanía sigue en aumento, las condiciones socioeconómicas no han hecho más que empeorar, a más gente se le está acabando el subsidio de desempleo, entonces...,¿por qué el alcance de esta convocatoria ha sido tan escaso? ¿Que hay de diferente entre estas dos últimas llamadas y las anteriores?
Solo un par de cosas han cambiado, más recortes y reformas por un lado y... ¡las entidades convocantes!. En todos los actos reivindicativos anteriores era el movimiento ciudadano, alejado de las manidas siglas, el que convocaba.
En esta ocasión CC.OO y UGT encabezaban el cartel y, por suerte o por desgracia, la gente no puede olvidar el cómplice rol que llevan jugando los "sindicatos oficiales" desde hace demasiado tiempo.
Tanto en la concentración del día 31 como en la del día 6, el aburrido y casi silencioso panorama monocolor de las banderitas de los "sindicatos oficiales" (pagadas quizás con los impuestos de todos) desplazó al bullicio multicolor del movimiento ciudadano.
La pose de los "sindicalistas" recordaba mucho aquella imagen tópica del funcionario aburrido y malcarado, obligado por su jefe y por las circunstancias a romper con la monotonía cotidiana para recuperar espacios y actitudes de los que renegó ya hace mucho tiempo.El movimiento ciudadano les invitó en reiteradas ocasiones a romper con su resignado silencio, les recordó que siguen siendo uno de obstáculos ante la posibilidad de utilizar esa formidable herramienta de lucha que es la huelga general y su deplorable respuesta no fue otra que la de seguir en silencio, como si no fueran conscientes de el enorme potencial que existe si se aprovechan y desarrollan las sinergias entre el movimiento ciudadano y el movimiento sindical.
Pero el bochorno absoluto se acabo de concretar en la concentración del martes 6. Banderitas silenciosas de cuerpo presente, cómplices conformados con las miserias actuales y futuras, incapaces de asumir el reto y la responsabilidad que implica su papel de representantes de los trabajadores. Trabajadores a los que no tuvieron rubor en dar la espalda. como en tantas otras ocasiones, aunque esta vez fue un "dar la espalda" literal.
No solo se entregan complacientes a los dictados de PSOE, PP y CEOE, si no que el miedo y la vergüenza les lleva a conformar su particular cordón/muro para alejarse de la tentación de la auténtica reivindicación, para separarse de los que les restan protagonismo, olvidando una vez más el lugar en el que se encuentran y a quien deben representar.
Que actúen y corrijan su actitud, porque recuperar la credibilidad de los sindicatos resulta de vital importancia. Su experiencia y capacidad de organización es imprescindible en la situación en la que nos encontramos, pero con gestos y actitudes como las que vimos en Valencia el martes pasado no se recuperará ni su credibilidad ni la movilización y lo que es peor, el concurso y la presencia de los "sindicatos oficiales" en las futuras convocatorias supondrá un freno para la gran mayoría de la ciudadanía.
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