Ya están aquí, vienen de todo el mundo a las jornadas mundiales de la juventud. Jóvenes y no tan jóvenes van a celebrar la alegría de compartir su credo, su fe, su realidad, su verdad.
Pero solo es eso, su verdad, una verdad particular, minoritaria, peculiar.
Ya la misma denominación del evento, JMJ jornadas mundiales de la juventud, demuestra una clara voluntad de manipular la realidad al asumir que todos los jóvenes del mundo son católicos, cuando esto dista mucho de ser cierto, solo el 17'4% de la población mundial está bautizada, y ya sabemos que el bautismo es un acto en el que, normalmente, el bautizado no consiente de forma voluntaria. Quizá sería más correcto denominarlas JMJC, jornadas mundiales de la juventud católica.
En España el 63,3% de la población se declara católica, aunque solo la cuarta parte de estos (15,82% del total) son practicantes, pero los datos resultan aun más concluyentes en el caso de la juventud, solo un 10,3% de los jóvenes se declara católico practicante.
Es mayor el porcentaje de parados (20%) que el de cristianos practicantes (15,82%), aunque a los primeros se les haga menos caso desde ciertas instituciones.
A pesar de estos datos y de encontrarnos en un estado aconfesional, tenemos que volver a soportar toda la farándula mediática y publicitaria que conllevan las visitas de Benedicto XVI, como si de una obligatoria "inmersión católica" se tratase, con el agravante de que se hace, en buena medida, a costa del contribuyente para mayor beneficio de unos cuantos, como parece ser que ocurrió en su visita a Valencia.
Aunque si revisamos las filias y tradiciones nacionales es fácil llegar a la conclusión de que disfrutamos con el hecho de sentirnos felices sometiéndonos a todo aquello que suene a "superior", aunque no creamos abiertamente en ello y sepamos además que con nuestra actitud renunciamos a aspectos tan importantes como la libertad, la autoestima, la solidaridad....
No actuar ante eventos de esta calaña, que pretenden imponer una realidad cultural completamente alejada de la realidad social, es ceder un espacio vital a instituciones como la iglesia católica cuyo único fin , en estos casos, es recuperar una cuota de poder e influencia que están perdiendo a marchas forzadas.
Curiosamente los socios de este tipo de eventos comparten los mismos planteamientos estratégicos, los mismos valores caducos y la misma actitud retrógrada que la iglesia, incluso los mismos dioses, el poder y el dinero. Empresas que se caracterizan por la agresividad de sus estrategias, por la falta de sensibilidad social, por irregularidades, en algunos casos, de sus jerarcas y, como no, por las ingentes inversiones en publicidad para dotar de "contenidos asumibles" sus actuaciones y, de este modo, mantener ese halo de corporaciones "amables".
Sigamos sometidos a poderes tradicionales y anacrónicos. Cedamos más espacio, protagonismo y notoriedad a sus campañas. Otorguemos legitimidad a quien no la tiene y no representa al sentir de la mayoría. Sigamos disfrutando del yugo cultural que suponen la iglesia y la monarquía. Consintamos que el esperpéntico circo de una minoría desplace a la realidad y la legalidad.
Ya solo nos falta gritar a los cuatro vientos:
¡Viva el papa, viva el rey, viva el orden y la ley!
¡Viva el capitalismo!
Vaya chorrada... Ni juntando un concierto de Sabina, otro de ana Belén, otro de victor manuel, a los del 15m, un mitin de zp, a los lectores de tu blog, a los del nunca mais, a los del orguyo gay de las últimas 10 ediciones , llegáis a esa minoría de la jmj que mencionas. No seas ridículo.
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