miércoles, 10 de agosto de 2011

EL PERVERSO PATROCINADOR DE LAS "JMJ".


Me temo que el perverso y retorcido soy yo, si, lo confieso, pero ese ha sido el pensamiento que me ha venido a la cabeza al escuchar que uno de los patrocinadores de las jornadas mundiales de la juventud iba a regalar 7.000 rollos de papel higiénico con los colores de la bandera del Vaticano.

Es evidente que los peregrinos, por muy cristianos y muy creyentes que sean, tienen las mismas necesidades fisiológicas que el resto de la humanidad "infiel", deben visitar el excusado en varias ocasiones a lo largo de la jornada. Y en esta tesitura es cuando a mi mente, retorcida y atea, ha acudido la perversa imagen del papel higiénico albigualdo siendo utilizado en su modo más común (perdón por tan escatológica imagen).

Con tan gloriosa imagen en mi mente, lleno de hilaridad y regocijo, he llegado a casa y no he dudado ni un instante en buscar en internet toda la información posible acerca de tan engañosa dádiva, con el fin de confirmar (o no), tamaña perversión.

Y aquí es cuando he confirmado que la única mente sucia, en este asunto, es la mía. Imaginar que alguien podía efectuar tamaña trapacería, regalar papel higiénico con la bandera vaticana para ser usado de forma genuina, solo puede ser fruto de una mente calenturienta como la mía. Mi gozo en un pozo, a la porra la brutal, impúdica e irreverente imagen de miles de traseros católicos siendo acariciados en su más intima profundidad por el suave tissú albigualdo de Renova.

Porqué si, si que existe el higiénico papal, pero con los colores blanco y amarillo por separado, y si, es papel higiénico, pero la propuesta que hace el fabricante al respecto de su producto no es la de su uso convencional, sino que pretende que sus fabricados eleven su categoría transformándose en gigantescas serpentinas para mayor enaltecimiento de la figura papal.

No obstante, si alguien puede conseguirme el fantástico pack de higiénico papal le demostraré mi gratitud dándole a ambos rollos el uso que se merecen.

Salud y república, amigos.

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