El gobierno parece decidido a obviar los más básicos principios de la democracia, el respeto, la prudencia y el diálogo. La línea que separa el despotismo de la autoridad no es tan difusa como para no darse cuenta cuando se está traspasando.
Ante la justificada actuación de unos jóvenes que están descubriendo, con la misma sorpresa que los adultos, que, merced a la ineptitud y despilfarro de las distintas administraciones, sus necesidades básicas se están viendo desatendidas, la delegada del gobierno está reaccionando con una cortedad de miras indescriptible.
A la contumacia de Paula Sánchez de León cabe añadir la nula capacidad de dialogo de los miembros del Consell, en concreto de la consellera d'educació, María José Català, que ha sido de incapaz de acercarse al IES Luis Vives de Valencia a apaciguar los ánimos de unos ciudadanos necesitados de respuestas y ávidos de ser escuchados. La falta de sensibilidad, la arrogancia y el talante altanero al que nos tiene acostumbrados el PP valenciano se puede convertir, en tiempos de recortes y escasez, en el detonante de la rabia contenida de unos valencianos que ven día a día como se deterioran los servicios públicos básicos.
Solo deseo que esos principios enunciados al inicio, el respeto, la prudencia y el diálogo, ocupen inmediatamente un lugar preeminente en la actitud de nuestros gobernantes y ojalá no se conviertan en "bomberos pirómanos".
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